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La Expiación De JesucristoParte 3Por Hugh W. Nibley Traducido Por Daniel
Plata Hugh W. Nibley, “The Atonement of Jesus Christ, Part 3,” Ensign, Sept. 1990, 22 En la Parte 2 (agosto) el Hermano
Nibley habló sobre cómo las ceremonias religiosas relativas
a la expiación se hallan esparcidas por todo el mundo. Este mes reseña
los modos por los cuales la Expiación se hace efectiva en nuestras
vidas. La Expiación Y La LeyLos nefitas vivieron por la
ley de Moisés tal como fue implementada, por ejemplo, por las
leyes del Rey Benjamín y Mosíah. A pesar de ello se les recordaba
constantemente que la salvación no
venía por la ley de Moisés: "Y a pesar de que creemos en Cristo,
observamos la ley de Moisés, y esperamos anhelosamente y con firmeza
en Cristo, hasta que la ley sea cumplida. La ley nos guía de regreso a
casa; la uni-ficación se
efectúa cuando llegamos hasta allí. En otras palabras, la ley
es toda una preparación.
Todo lo que hacemos aquí es una preparación para la Expiación:
"Así que esta vida llegó a ser un estado de probación; un tiempo de preparación para presentarse ante Dios; un tiempo de prepararse para ese estado sin fin del cual hemos hablado, que viene después de la resurrección de los muertos. (Alma 12:24.) Los primeros cristianos también
enseñaron que dado que esta vida es una preparación para la
siguiente, igualmente en la existencia premortal tuvimos que prepararnos
para la presente. (1) Para alcanzar el nivel en el cual
la prueba fuera significativa (siendo el plan mismo "preparado desde la fundación
del mundo", mucho antes del tiempo y bien comprendido por todos lo que lo
aceptaron allí) fueron enviados ángeles para recordar a los
hombres sobre esa preparación. (Ver Alma 12:28–30; Alma 13:2–5.) Las OrdenanzasConsideremos ahora cómo los
ritos de expiación fueron llevados a cabo bajo la ley de Moisés. Antes de acercarse al tabernáculo
o tienda que cubría el arca, Aarón y sus hijos debían
ser lavados en la puerta (ver Ex. 29:4); entonces se los vestía con
el efod, delantal y cinto (Ex. 29:5) y una mitra (una gorra plana o almohadilla
que bien podría haber servido para soportar el peso de una corona)
se colocaba sobre sus caberzas (Ex 29:6). Los sacerdotes también eran
ungidos con aceite (Ex 29:7) y consagrados o apartados (Ex 29:9). Entonces
ponían sus manos sobre la cabeza de un becerro (Ex 29:10) transfiriendo
su culpa al animal, el cual luego era matado. La sangre del mismo se colocaba
sobre los cuernos del altar (Ex 29:12), el cual representaba los cuatro ángulos
del mundo. Se mataban luego dos carneros y su sangre era rociada sobre el
altar como expiación por todos; luego la sangre del segundo carnero
se colocaba sobre la oreja derecha y sobre el dedo pulgar derecho de Aarón.
(Ver Ex. 29:15–20.) La sangre
también se rociaba sobre las vestimentas de los sacerdotes (Ex 29:21)
quienes luego comían parte de los carneros con pan, y así Aarón
y sus hijos "[comían] aquellas cosas con las cuales se hizo expiación"
(Ex. 29:22–24, 32–33). Durante
siete días se ofrecía un cordero cada día por expiación
(Ex 29:36-37). Entonces el Señor recibía al sumo sacerdote
en la puerta de la tienda, el velo, (en Lev 16:17-19 el sumo sacerdote entra
solo al tabernáculo) y conversaba con él (Ex 29:42), aceptando
la ofrenda por el pecado, santificando a los sacerdotes y al pueblo, y recibiéndolos
en Su compañía para "[habitar] entre los hijos de Israel, y
[ser] su Dios" (Ex 29:45). Este orden se refleja claramente en
D&C 101:23: "y se preparen para la revelación que ha de venir,
cuando el velo que cubre mi templo, en mi tabernáculo, el cual esconde
la tierra, será quitado, y toda carne me verá juntamente".
¡Qué uni-ficación
será esa! A medida leemos todo el relato se hace
más claro que existía una cierta cantidad de sacrificios de
sangre de distintos animales y en distintos niveles. Tal vez haya mucho que
se escapa de nuestra atención. El recientemente descubierto Pergamino
del Templo es muy importante en este tema, dado que describe algunas cosas
que son bastante diferentes de lo que hallamos en el Antiguo Testamento.
(2) Tal libertad de acción deja en claro que las
ordenanzas eran en realidad un tipo y una similitud del gran y postrer sacrificio
de Cristo quien habría de venir. En la espera, Aarón debía
seguir haciendo expiación una vez por año "con la sangre del
sacrificio por el pecado para expiación" mientras que toda persona
debía seguir pagando el rescate de un shekel y medio por rescate de
su propia alma, y ese dinero de expiación se usaba "para el servicio
del tabernáculo" (Ex. 30:10,
16). Los rabinos en la actualidad entienden
que la expiación solamente puede ser concedida por Dios, pero para
obtenerla uno debe hacer una confesión de culpabilidad con un asham
u ofrenda por el pecado. Con la pérdida del templo y sus sacrificios,
se interpretó la teshuvah como una "vuelta" o "retorno" al
camino de la rectitud, lo cual requiere remordimiento y reparación
de los propios caminos de pecado. "El judaísmo sostiene que los seres
humanos tienen la capacidad de librarse por sí mismos del nexo casual
y determinar libremente su conducta". (3) Aunque la teshuvah
se logra por el esfuerzo del individuo, "se necesita la misericordia divina
para sanar o redimir al hombre de las horrendas secuelas del pecado"; dado
que el pecado "daña la relación de la persona con el Creador,
se requiere de la gracia divina para alcanzar una expiación completa".
Pero si bien son necesarias la oración y el sufrimiento para la expiación,
el Rabbi Yishma'el dice que por la "profanación del nombre divino"
solamente "la muerte completa la expiación". (4) La
idea que la muerte de la persona es una expiación está muy
difundida, pero dado que la muerte por lo general no es un sacrificio gustoso,
eso deja mucho como requisito. Es particulamente interesante la enseñanza
de los rabinos de que "los muertos requieren expiación" (5) y dado que los muertos no pueden realizar arrepentimiento,
los vivientes deben ayudarlos con caridad, oración y estudio de la
Torá. La oración por los muertos (la Qaddusha o Kaddish)
se remonta directamente al templo en la era de los macabeos. (6) "Es significativo que se atribuya un significado de expiación
vicaria a la muerte del sumo sacerdote o a la de los justos". (7) Aquí tenemos elementos de ritos de expiación
reflejados en enseñanzas rabínicas mucho después de
la desaparición del templo y del sacerdocio. Es interesante que persista
aún la idea de "obra por los muertos" si bien sólo al nivel
de buenas intenciones. (8) ¿Y cómo entendían
la Expiación los cristianos? "No hay una sola doctrina de la Expiación
en el Nuevo Testamento", escribe William J. Wolf. "Hay simplemente una recolección
de imágenes y metáforas ... sobre las cuales la subsecuente
tradición construyó sus doctrinas y teorías sistemáticas.
... La tradición ha tratado de decidir qué partes del cuadro
deben tomarse literalmente y qué partes metafóricamente y ha
desarrollado razones fundamentales ampliadas". (9) Wolf lista
un número de formas en que la Expiación ha sido interpretada
simbólicamente. Existe, por ejemplo, la metáfora del rescate,
la compra de la libertad del esclavo, etc. (Ver Marcos 10:45); esta es la
interpretación comercial. Existe el énfasis en la remisión
de pecados. (Ver Mat 26:28). Está la imagen del cordero desarrollada
por Juan (ver Juan 1:29, 36;
Apo. 13:8). El tema
principal, dice Wolf, es si la Expiación es el cumplimiento del sacrificio
del Antiguo Testamento o algo independiente y único. Existen en la actualidad tres interpretaciones cristianas principales. Primero tenemos la interpretación clásica de los Padres Griegos, la cual integra Encarnación, Expiación y Resurrección, y usa el contexto militar—el Christus Victor. Segundo tenemos la interpretación de Anselmo, en la cual se debe pagar una "satisfacción" por la ofensa al honor de Dios, porque un hijo o súbdito por el código medieval de fidelidad y honor debe vindicar toda ofensa hecha a su Señor. (10) El catequismo romano define al pecado como "todo daño hecho al la gloria de Dios"; y la muerte de Cristo, siendo no merecida, tiene virtud superflua para cubrir el pecado. Tercero es la teoría de la Reforma de Calvino que Cristo era un substituto que soportó el castigo de Dios por el hombre o para los elegidos. H. Grotius y Jonathan Edwards propusieron
la teoría rectoral o gubernamental de que la muerte de Cristo tiene
un efecto disuasivo sobre los pecadores en el interés público.
Más recientemente se ha hecho énfasis en las "teorías
de influencia moral", según las cuales "respondemos al mensaje y ejemplo
de amor de Jesús" en nuestras mentes y corazones. (11)
Esta es la doctrina de Abelardo "el amor responde a la apelación del
amor", la cual intensifica haciendo de la crucifixión un objeto de
tan grande conmiseración al grado de conmover al espectador a reformarse.
(12) Albrecht Ritschl defiende que el ejemplo de Cristo
inspira "respuesta ética en la historia". (13) Y
así sigue. El Vaticano II y el Movimiento Ecuménico han vuelto
a los escritores patrísticos y a Anselmo, restaurando el "lenguaje
sacrificatorio", el "Christus Victor" y "la influencia moral", con una inclinación
hacia lo teatral, moviéndose en el presente hacia "la reforma de la
teoría sacrificatoria, fortalecida por el uso de la liturgia y ...
la historia comparativa de religiones". (14) El Verdadero DiscipuladoEn la doctrina Santo de los Últimos
Días, la Expiación de Cristo está muy lejos de ser un
mero ejercicio teológico, filosófico o psicológico.
La Uni-ficación cumple la medida de la creación del hombre
y es la culminación del plan de salvación. Como tal, requiere
más de una atención casual al vivir nuestros días sobre
la tierra. Sin intelectualismo aislado; sin arreglos rápidos frenéticos;
sin "gracia barata" como dice Bonhoffer. "Gracia barata es gracia sin discipulado.
... Gracia costosa es ... el llamado de Jesucristo ante el cual el discípulo
deja sus redes y lo sigue. ... Es costosa porque le cuesta la vida al hombre,
y es gracia porque da al hombre la única vida verdadera". (15)
La "única vida verdadera" requiere una vida completa de obediencia (ver Mat 7:21) y pureza ante Dios (ver 3 Ne. 27:19). Es específicamente un asunto de convenios a los cuales uno debe ser leal y fiel antes de vencer este mundo y hallar uni-ficación en el mundo venidero. (Ver Apo 3:21). Lavados En La SangreExiste una expresión relacionada
con las ceremonias que parece extrañamente paradójica. Es hacer
blanquear por lavado los vestidos de uno en la sangre del Cordero. ¿Blanquear
con sangre? El Libro de Mormón aclara la aparente contradicción.
Alma nos dice que "nadie puede ser salvo a menos que sus vestidos hayan sido
lavados hasta quedar blancos; sí, sus vestidos deben ser purificados
hasta quedar limpios de toda mancha, mediante la sangre de aquel de quien
nuestros padres han hablado, el cual habrá de venir para redimir a
su pueblo de sus pecados.
"Y os pregunto ahora, hermanos míos: ¿Cómo se sentirá cualquiera de vosotros, si comparecéis ante el tribunal de Dios, con vuestros vestidos manchados de sangre y de toda clase de inmundicia? He aquí, ¿qué testificarán todas estas cosas contra vosotros? "He aquí, ¿no testificarán que sois asesinos, ... culpables de todo género de iniquidades?" (Alma 5:21–23.) Siendo culpable de la sangre y pecados
de tu generación, no puedes "tener un lugar donde sentar[te] en el
reino de Dios, con Abraham, con Isaac, y con Jacob, y también todos
los santos profetas, cuyos vestidos están limpios y se hallan sin
mancha, puros y blancos". (Alma 5:24) Esto es nada más ni nada menos
que la yeshivah, literalmente "sentarse" en la presencia de Dios.
(16)
Notemos que hay dos clases de vestidos
manchados de sangre aquí—una que muestra la sangre y pecados de este
mundo, y otra que testifica (porque Alma dice expresamente "estas cosas testificarán") que Aarón
y sus hijos han completado el sacrificio del Cordero y así limpiado
al pueblo de su contaminación, del mismo modo que la serpiente había
sanado al pueblo en el desierto no era la serpiente que mataba. (Ver Num
21:9).
Sobre este principio de opuestos paradójicos se debe explicar la participación de Satanás en nuestras vidas. Si podemos ser "envuelto[s] entre los brazos de amor [de Dios]" (2 Nefi 1:15) también podemos hallarnos "ceñidos" por "las ligaduras de la muerte y las cadenas del infierno ... y una eterna destrucción" (Alma 5:7); y si podemos ser perfectamente unidos en la uni-ficación, también podemos ser "echados fuera" (Alma 5:25), separados y divididos para siempre—quedando nuestros nombres "borrados, a fin de que los nombres de los inicuos ... no [sean] mezclados con los nombres de los de mi pueblo" (Alma 5:57). Si Satanás te reclama como cosa suya, habrá ciertamente una espantosa unidad; porque él también puede abrazarte para tener poder sobre ti: "no escojáis la muerte eterna según el deseo de la carne y la iniquidad que hay en ella, que da al espíritu del diablo el poder de cautivar, de hundiros en el infierno, a fin de poder reinar sobre vosotros en su propio reino". (2 Ne. 2:29; cf. 2 Ne. 28:19; Alma 8:9.) Él quisiera retenerte en su abrazo fuerte, teniendo gran poder sobre tu persona. (Ver Alma 10:25; Alma 12:17; Alma 27:12; Hel. 16:23.) Joseph Smith sintió ese poder, y no era para nada un poder imaginario. Fue un poder muy real que muchos han sentido desde entonces. (Ver JS—H 1:15–16.) Ciertamente él "se apodera" de ti (3 Nefi 2:2), "porque Satanás desea poseeros" (3 Nefi 18:18) así como el Señor lo desea. Mientras que por una parte Dios "invita e induce a hacer lo bueno" y a ser uno con Él, así por la otra Satanás "invita e induce a pecar". (Moro. 7:12–13.) ¿Por qué no nos deshacemos de una vez de Satanás? Agustín lamentaba como horrible tragedia el hecho de que Dios no nos hubiera hecho incapaces de pecar—“O miseria necessitas, non posse non peccandi.” Pero como señaló Irenaeus mucho antes, sin algún tipo de prueba, no podríamos demostrarnos buenos o malos, sin nunca ser obligados a elegir entre los dos. (17) Para que la probación terrenal sea significativa entonces "es preciso que haya una oposición en todas las cosas" (2 Nefi 2:11, 15). Eso dice Lehi: debemos tomar parte en resistir varias seducciones. (Ver 2 Ne. 2:16, 21.) Lehi conocía la antigua literatura que decía que "un ángel ... había caído del cielo... ; por tanto, se convirtió en un diablo, habiendo procurado lo malo ante Dios", para luego proceder a administrar tentación, engaño y miseria a la raza humana. (2 Ne. 2:17–18.) ¿Existe evidencia de todo esto? Bueno, ¿por qué está el mundo lleno de miseria? ¿Quién la quiere? Aún así alguien parece estar empujándola sobre nosotros todo el tiempo. Su sistema funciona excelentemente, y así reina hasta hoy sobre esta tierra. (Ver 1 Ne. 13:29; Juan 12:31; Juan 14:30.) Pero es nuestro el privilegio de elevarnos sobre su lacra y sobre nuestra propia debilidad por medio del arrepentimiento. Uno de los versículos más alentadores y esperanzadores del Libro de Mormón explica que el camino está abierto ampliamente, y Dios "manda a todos los hombres, en todo lugar, que se arrepientan" (3 Ne 11:32)—a todos los hombres todo el tiempo. De hecho, se han prolongado nuestros días de vida con el propósito específico de darnos más oportunidades doradas de arrepentimiento: "Y los días de los hijos de los hombres fueron prolongados, según la voluntad de Dios, para que se arrepintiesen mientras se hallaran en la carne." Todos vivimos en un "estado de probación", y nuestro "tiempo fue prolongado" para darnos toda chance posible, porque de otra manera estábamos "perdidos". (2 Ne. 2:21.) Así pues "todos los hombres deben arrepentirse" y seguir arrepintiéndose mientras vivan, porque ¿quién desperdiciaría tan generosa extensión? Lehi sigue diciendo que Adán interrumpió una existencia eterna para ponerse por sí mismo en el predicamento en que nosotros estamos. (Ver 2 Ne. 2:22.) Por esto los cristianos execran su nombre, por haber "traído muerte al mundo y todas nuestras miserias". Pero él trajo algo mucho mejor que eso; el versículo 25 de 2 Nefi es una de las declaraciones más conocidas del Libro de Mormón: "Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo". (2 Ne 2:25). Los humanos "redimidos de la caída ... han llegado a quedar libres para siempre discerniendo el bien del mal, para actuar por sí mismos, y no para que se actúe sobre ellos, ... libres según la carne; ... libres para escoger la libertad y la vida eterna, ... o escoger la cautividad y la muerte [eterna]" en el poder de uno que "busca que todos los hombres sean miserables como él". (2 Ne. 2:26–27.) Tiene "poder para cautivar" porque nosotros se los damos. (Ver 2 Ne. 2:29.) A esta altura debería quedar claro el propósito del plan: es hacer que todos nos involucremos. Somos "invitados e incitados" de las dos partes. Pero, ¿cómo podemos resistir las hábiles estratagemas de Satanás? El Rey Benjamín nos dice cómo hacerlo, advirtiéndonos de antemano que no hay ninguna otra salvación que buscar ni ninguna otra condición para alcanzarla. (Ver Mosiah 4:8.) Primero, "Creed en Dios; creed que él existe, y que creó todas las cosas". Esto no requiere de una suspensión de juicio, pues la honestidad de por sí nos obliga a creer que "el hombre no comprende todas las cosas que el Señor puede comprender". (Mosiah 4:9.) Y entonces "[retened] siempre en vuestra memoria la grandeza de Dios, y vuestra propia nulidad, y su bondad y longanimidad para con vosotros, indignas criaturas, y [humillaos] aun en las profundidades de la humildad, invocando el nombre del Señor diariamente". (Mosiah 4:11.) ¿Es esto pedir demasiado? Por el contrario, dice Benjamín, nunca ha existido una ganga semejante, pues "si hacéis esto, siempre os regocijaréis". (Mosiah 4:12.) ¿Qué debemos hacer? Lehi explica que si nos acercamos al Señor con "corazón quebrantado y de espíritu contrito" tenemos un caso; "y por nadie más se pueden satisfacer las demandas de la ley". (2 Ne. 2:7.) Esto pone punto final al legalismo y la litigación. No se pueden falsificar un corazón quebrantado y un espíritu contrito, ni tampoco discutir con calma, y ese es el punto principal: "cuán grande es la importancia de dar a conocer estas cosas a los habitantes de la tierra". (2 Ne. 2:8.) Cuando todos los hombres se presenten en la presencia de Dios para ser juzgados, el pecado se impondrá en términos de castigos legales—la ley por la que estábamos ligados, los procesos preliminares y pruebas para llevarnos a nuestra audiencia final. Pero de eso no se trata el Juicio. Lo que estamos esperando en este juicio final es esa "felicidad que se ha fijado" a la ley y que es el propósito final o fin "de la expiación". (2 Ne. 2:10.) Así que todos tenemos una parte que realizar en la Expiación. ¿Cómo se hace todo? La explicación de la predestinación, Neoplatonismo e Islam, es simplemente que Dios hace todo porque puede, lo que nos deja completamente como nulidades sin responsabilidad. Esa no es la forma real en que se lleva a cabo, y no es lo que queremos—ni tampoco lo que Dios quiere. Él quiere ser uno con nosotros, y nosotros queremos ser uno con el Padre, lo cual obviamente está completamente más allá de nuestra capacidad presente; es solamente el Hijo quien puede ayudarnos: entonces necesitamos "[confiar] en el gran Mediador y que [escuchar] sus grandes mandamientos"—Él nos dirá qué hacer, porque está ansioso por ayudarnos. "Sed fieles a sus palabras y escoged la vida eterna, según la voluntad de su Santo Espíritu". (2 Ne. 2:28.) El Santo Espíritu, ese otro Mediador, que viene a tomar parte cuando el Señor está ausente, lo secunda en todas las cosas. "La redención viene en el Santo Mesías y por medio de él", le dice Lehi a su hijo, "porque él es lleno de gracia y de verdad". (2 Ne. 2:6.) Eso lo dice todo: estar lleno de gracia es todo lo bueno que se pueda imaginar; es una combinación de amor, caridad y gozo—charis, gratia, y "alegría". Es todo por lo cual podemos estar alegres y agradecidos, y es infinito amor sin sombra de reserva mental, interés propio ni ulterior motivación—en breve, sin sombra de falsedad o inexactitud; es todo real, porque Él es lleno de gracia y de verdad. Continuará. Notas1. Desarrollado en Hugh W. Nibley, “The Expanding Gospel,” BYU Studies, 7(1965):3–27. 2. Jacob Milgram, “The Temple Scroll,” Biblical Archaeologist 41 (Sept. 1978):105–20; cf. Yigael Yadin, The Temple Scroll (New York: Random House, 1985). 3. Walter S. Wurzburger, “Atonement: Jewish Concepts,” in The Encyclopedia of Religion, ed. Mircea Eliade, 16 vols. (New York: Macmillan, 1987), 1:494. 7. Wurzburger, 1:494. También en lo referente al kaddish, ver David De Sola Pool, “Kaddish,” en The Universal Jewish Encyclopedia, ed. Isaac Landman, 10 vols. (New York: Universal Jewish Encyclopedia, 1941), 6:273–75. 8. Hugh W. Nibley, “The Idea of the Temple in History,” Millennial Star, August 1958, pp. 228–37, 247–49; también publicado como “What Is a Temple,” en The Temple in Antiquity: Ancient Records and Modern Perspectives (Provo: Religious Studies Center, 1984), pp. 20–33. 9. William J. Wolf, “Atonement: Christian Concepts,” in The Encyclopedia of Religion 1:496. 10. En lo referente a “Cur Deus Homo [circa 1097],” ver Anselmo de Canterbury, Why God Became Man and the Virgin Conception and Original Sin, trans. Joseph M. Colleran (Albany, N.Y.: Magi, 1969), p. 198. 15. Dietrich Bonhoffer, The Cost of Discipleship (New York: Macmillan, 1959), p. 47. 16. Marcus Jastrow, A Dictionary of the Targumim, The Talmud Babli and Yerushalmi, and the Midrashic Literature, 2 vols. (New York: Pardes, 1950), 1:600, 603. 17. Hugh W. Nibley,
The World and the Prophets, Salt Lake City: Deseret Book Co.,
1987, pp. 182–85. Copyright © 2006 por Daniel Plata. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este texto se puede reproducir en forma o medio alguno para lucro comercial sin el previo consentimiento por escrito por parte del autor. Se pueden hacer copias digitales o impresas para distribuir en forma gratuita para uso personal y público sin uso comercial. |